En la agricultura, el incanato supo organizar, ante todo, el trabajo colectivo en beneficio de la producción y del aprovechamiento de las tierras baldías, y además, supo repartir adecuadamente la variedad que tenían a su disposición el subasto imperio.
El rendimiento de la ganadería no se comparaba al grandioso desarrollo del cultivo de la tierra en los andes, en ninguna región y en ninguna época.
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